miércoles, 16 de julio de 2014

Sin nada que decir.

Yo sólo decía que la noche me afecta, que no digo dos frases coherentes seguidas. Que antes, el dolor, asustaba. Ahora sólo es un viejo compañero más que se ha sumado a la soledad, a la depresión y a mi alma. Que tener la certeza de estar triste por un día más se convierte en rutina. Que mentir a todos y cada uno de los “¿estás bien?” cada vez es más sencillo y dudo menos en hacerlo. Que, por sonreír, no cambia el interior ni la oscuridad. Que ya no es sólo refugiarse en la música, es formar parte de ella; y eso me gusta. Que ya todas las historias que imagino acaban con un final roto, como este.