miércoles, 16 de julio de 2014

Sin nada que decir.

Yo sólo decía que la noche me afecta, que no digo dos frases coherentes seguidas. Que antes, el dolor, asustaba. Ahora sólo es un viejo compañero más que se ha sumado a la soledad, a la depresión y a mi alma. Que tener la certeza de estar triste por un día más se convierte en rutina. Que mentir a todos y cada uno de los “¿estás bien?” cada vez es más sencillo y dudo menos en hacerlo. Que, por sonreír, no cambia el interior ni la oscuridad. Que ya no es sólo refugiarse en la música, es formar parte de ella; y eso me gusta. Que ya todas las historias que imagino acaban con un final roto, como este.  

1 comentario:

  1. Y comienza otro año más, la misma rutina, las mismas personas, la misma soledad.
    No han sido pocas las veces que he intentado cambiarlo, intentar conectar con alguien especial o centrarme en mis estudios, pero nunca me libro de este pensamiento. Ese horrible ser que me dice que no puedo hacer nada más, que no servirá de nada que me esfuerce, que sólo me queda una opción. Acabar con todo.
    Antes tenía razones para no hacerle caso, pero cada día me da más razones, cada vez que fallo, que me equivoco, el está ahí durante días recordándomelo. Temo el día en que este pensamiento tome el control, pero una parte de mi ansía que llegue el día.

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